La residencia veraniega de los hermanos Marco y Pablo
La residencia veraniega era un rincón pintoresco y tranquilo en la costa. Sus calles estrechas y empedradas, bordeadas por casas de colores pastel, conferían un aspecto encantador y acogedor. El verde de los jardines y las bugambilias en flor añadían un toque de color y fragancia a cada esquina.
Las casas en esta zona residencial tenían un encanto especial. Algunas de ellas presentaban tejados de tejas rojas, que contrastaban bellamente con las fachadas de colores suaves. Las ventanas estaban adornadas con cortinas blancas que ondeaban graciosamente con la brisa marina. Los jardines cuidados a menudo albergaban flores coloridas y plantas exóticas, creando un ambiente sereno y agradable para los residentes.
La ubicación al final derecho del pueblo, pasado el puerto de pescadores, proporcionaba a Marco y Pablo un entorno apacible. Rodeados de exuberantes árboles, disfrutaban de la sombra y la frescura que proporcionaba la vegetación. Además, tenían una vista impresionante del mar, lo que les permitía disfrutar de atardeceres espectaculares.
El fácil acceso a la orilla del mar era una ventaja, ya que podían bajar a la playa a diario. Allí, pasaban su tiempo explorando la costa, buscando conchas marinas y disfrutando del sonido de las olas. En resumen, la residencia era un lugar mágico donde la belleza natural se fusionaba con la serenidad de la vida costera, creando un entorno perfecto para Marco y Pablo.